La vida está llena de altibajos, de momentos en los que nos enfrentamos a dificultades que parecen insuperables. La ansiedad, el estrés y la preocupación son emociones naturales que todos experimentamos en diferentes momentos, y aunque son respuestas comunes a situaciones complicadas, muchas veces nos dejamos atrapar por ellas sin cuestionar si realmente hay una base sólida para sentirnos tan agobiados. De hecho, a menudo nunca pasa nada tan grave como creemos en un primer momento. Aprender a relativizar las cosas es una habilidad esencial para lidiar con los desafíos de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, mantener nuestra paz mental.
¿Qué significa relativizar las cosas?
Relativizar las cosas implica poner en perspectiva los problemas y dificultades que encontramos en el día a día. Se trata de ver cada situación en su contexto y entender que lo que parece ser una crisis de proporciones épicas a menudo no lo es. Relativizar no significa ignorar los problemas, sino reconocer que, aunque una situación pueda ser difícil o incómoda, no necesariamente define el resultado de nuestras vidas ni nuestro bienestar a largo plazo.
Cuando aprendemos a relativizar, nos volvemos más conscientes de que, muchas veces, las circunstancias que nos parecen tan abrumadoras en el momento, al final no tienen un impacto tan trascendental como creíamos. Por ejemplo, un error en el trabajo puede parecer devastador, pero al ponerlo en perspectiva, nos damos cuenta de que es solo una oportunidad de aprendizaje, y que en realidad no pasa nada grave.
¿Por qué nos cuesta tanto aprender a relativizar las situaciones?
Muchas veces nos cuesta relativizar las situaciones porque nuestra mente tiende a amplificar los problemas. Este fenómeno es conocido como catastrofismo o pensamiento catastrófico, y se refiere a la tendencia de imaginar el peor escenario posible, incluso cuando no hay evidencia que lo respalde. La evolución humana ha hecho que estemos diseñados para detectar y reaccionar ante amenazas, lo que, en la sociedad moderna, puede hacernos sobrestimar las dificultades cotidianas.
Además, nuestra sociedad actual fomenta la idea de que siempre debemos estar perfectos y en control, lo que genera una presión constante por hacer todo de manera impecable. Esta mentalidad puede llevarnos a creer que cualquier error o desafío es un desastre, cuando en realidad es solo una pequeña parte del proceso de aprendizaje y crecimiento.
¿Cómo podemos aprender relativizar las cosas?
La buena noticia es que relativizar las cosas es una habilidad que se puede desarrollar con la práctica. No se trata de ignorar los problemas, sino de verlos bajo una luz más realista y menos alarmista. Aquí te dejamos algunas estrategias que pueden ayudarte a empezar a relativizar y reducir el estrés en tu vida:
1. Cuestiona tus pensamientos
Cuando enfrentas una situación que te genera ansiedad o preocupación, tómate un momento para reflexionar sobre tus pensamientos. Pregúntate a ti mismo: «¿Este problema es realmente tan grave?» y «¿Qué pasaría si no le diera tanta importancia?». A menudo, descubrimos que nuestras preocupaciones no son tan grandes como parecen en un primer momento.
2. Practica el enfoque en el presente
Gran parte del estrés proviene de anticipar futuros problemas que ni siquiera han ocurrido. Practicar la atención plena (mindfulness) puede ser una herramienta poderosa para mantenernos en el presente y no perder tiempo anticipando lo peor. La meditación y las técnicas de respiración profunda también son útiles para centrarte en el aquí y ahora, lo que te ayudará a relativizar las preocupaciones que no están basadas en hechos concretos.
3. Reformula los problemas
En lugar de ver una situación como un obstáculo insuperable, intenta reformularla como un desafío o una oportunidad de crecimiento. Por ejemplo, si te enfrentas a un contratiempo en el trabajo, en lugar de pensar «Esto es terrible», puedes cambiar el enfoque y decirte a ti mismo «Esto me dará la oportunidad de aprender y mejorar». Al hacer este cambio de perspectiva, la situación deja de ser un problema insuperable y se convierte en algo manejable.
4. Encuentra el lado positivo
Aunque no todas las situaciones difíciles tienen un aspecto positivo evidente, siempre hay algo que podemos aprender de ellas. Este enfoque no significa restarle importancia a lo que estamos viviendo, sino buscar las lecciones que podemos sacar de cada experiencia. Practicar la gratitud, incluso por los momentos difíciles, puede ayudarnos a poner los problemas en perspectiva.
5. Evita la comparación social
La comparación social es una de las principales fuentes de ansiedad. Nos comparamos constantemente con los demás y, a menudo, creemos que estamos fallando porque no estamos a la altura de los demás. Sin embargo, cada persona está pasando por su propio camino y sus propias luchas. En lugar de compararte con otros, enfócate en tus propios logros y en tu propio progreso.
Los beneficios de relativizar las cosas
Relativizar las cosas no solo mejora nuestra salud mental, sino que también tiene numerosos beneficios a largo plazo. Aquí te compartimos algunos de ellos:
1. Reducción del estrés y la ansiedad
Cuando vemos los problemas con una perspectiva más equilibrada, el estrés y la ansiedad disminuyen significativamente. Ya no nos sentimos abrumados por la idea de que algo catastrófico está ocurriendo; en su lugar, podemos ver los desafíos como oportunidades de crecimiento o como problemas temporales que podemos manejar.
2. Mayor capacidad de adaptación
La vida está llena de cambios, y nuestra capacidad para adaptarnos a ellos es crucial para nuestro bienestar. Relativizar las situaciones nos ayuda a ser más resilientes, ya que nos permite aceptar los cambios con mayor facilidad y enfrentarlos con una mentalidad abierta. La resiliencia no significa no sentir dolor o incomodidad, sino ser capaces de adaptarnos y seguir adelante.
3. Mejor toma de decisiones
Cuando dejamos de ver las situaciones como crisis inminentes, podemos tomar decisiones más racionales y menos impulsivas. Relativizar las cosas nos permite pensar con claridad, evaluar las consecuencias de nuestras acciones y tomar decisiones más sabias, lo que conduce a una vida más equilibrada y menos reactiva.
4. Relaciones interpersonales más saludables
Las personas que son capaces de relativizar tienden a tener relaciones más saludables, ya que no se dejan llevar por las pequeñas tensiones o malentendidos. Al poner en perspectiva los desacuerdos y aprender a manejar las diferencias con calma, las relaciones se fortalecen y se vuelven más comprensivas.
Reflexión final: Nunca pasa nada
A medida que adquirimos la habilidad de relativizar las situaciones, nos damos cuenta de que nunca pasa nada tan grave como lo imaginábamos al principio. La vida sigue, los problemas se resuelven y siempre hay una oportunidad para aprender. Es importante recordar que la mayoría de las cosas por las que nos preocupamos no definen nuestra felicidad ni nuestro éxito a largo plazo.
En resumen, aprender a relativizar las cosas es una habilidad esencial para vivir una vida más tranquila y satisfactoria. Aunque las preocupaciones son parte de la vida, no debemos permitir que nos controlen. Al tomar un paso atrás, ver las situaciones desde una perspectiva más amplia y adoptar una actitud positiva, podemos reducir el estrés y disfrutar más de cada momento. Como bien dice el dicho: «Nunca pasa nada», y cuando aprendemos a poner las cosas en perspectiva, nos damos cuenta de que lo más importante es vivir el presente con calma y gratitud.
